lunes, 14 de enero de 2019

Los problemas mundiales que nos acercan a un nuevo orden mundial


Mapa mundi con las banderas de los países
Por: Luis Alcides Aguilar Pérez
Enero  de 2019
@luisaguilarpe

“No me asustan las brujas, ni los espíritus ni el diablo. La única criatura que me da miedo es el hombre”
-Goya
Muchos pensamos que el siglo XXI permitiría un masivo avance en favor de la equidad social y el desarrollo de los países y poblaciones más pobres en el mundo, pobres en el sentido de carecer de agua potable o sistema de salud. Se esperaba una economía próspera y una visión de esperanza basada en los resultados reales de las expectativas mundiales.
Algo que aun preocupa a la Humanidad son los diferentes choques entre potencias económicas, bélicas y políticas del mundo, lo que silenciosamente se creía superado. Es un renacer de la guerra fría, guerra fría que empieza de una forma más abrupta y capciosa generada por la corrupción; el vestigio más relevante e indicador de la descomposición generalizada del poder político en los países latinoamericanos. Sin mencionar las maniobras hipócritas del poderoso del norte que mediante cruentos (des)acuerdos bélicos ocultos y los diferentes tratados comerciales que cada vez más empobrece a los países pobres, para satisfacer caprichos que le permitan adquirir bienestar en sus beneficios; lo que va ocasionando innumerables descontentos. El Estado, como calmante, envía a las fuerzas armadas para someter a un pueblo que en las calles a través de las protestas reclama sus derechos.
Las ideologías políticas más trajinadas –“derecha” e “izquierda”- lucen sus argumentos para derribar posiciones que no convienen de acuerdo a sus expectativas del momento, acrecentándose los disgustos del ciudadano que deposita su confianza en el candidato de turno, por el que votó para que se mejore la situación en su país. Luego queda el análisis de un pueblo que mediante publicidad y el dominio de  los medios de comunicación a favor del poder político mundial, entiende que es producto de la manipulación mediática.
En Brasil, la extrema derecha en cabeza de Jair Bolsonaro, copia casi que al pie de la letra el manual político de Donald Trump; lo que al parecer se convierte en un estilo de gobierno que genera terror.
México parece ser el país en donde la izquierda moderada repuntó ante el avance de la derecha en los países Latinoamericanos, con Andrés Manuel López Obrador, quien desmitifica la idea de que la izquierda no conquistaría más el poder emanado del pueblo.
Por otro lado miles de ciudadanos de África, Asia, salen despavoridos de sus tierras en busca de refugio –lo que ocurrió en  Europa con la migraciones forzosas después de la segunda guerra mundial-  las cifras estadísticas dejan ver que para el “2015 se elevó a aproximadamente a 224 millones, respecto a 153 millones de personas que vivían en un país diferente al de su nacimiento en 1990”.Según la OIM Organización Internacional para las Migraciones, este  indicador de la migración mundial hasta el 2018 va en un constante aumento.
En Colombia, la violencia y el desempleo es el causante de la migración interna, desplazamientos que se generan en los núcleos familiares más pobres y golpeados del país. Sumándosele a ella, actualmente, la llegada de los hermanos venezolanos que huyen de las circunstancias políticas del momento en su país.
El panorama se hace más preocupante cuando miles de ciudadanos de Centro América, junto a sus numerosas familias salen de sus países en busca de una mejor calidad de vida y prosperidad para sus hijos. Desde ya se gestan hipótesis propias de los magos de las confusiones que hablan de una confabulación de agentes extraños u ocultos que, para desestabilizar el sistema mundial político, quieren sofocar a los gobiernos que de una u otra forma lideran los cambios políticos y económicos en el mundo. Lo cual puede tener sentido en la maraña de hilos de la vida misma y las acciones represivas económicas y sociales que las naciones poderosas han ejercido durante años sobre nuestros países latinoamericanos, y hoy, como un búmeran, regresa a su punto de inicio en procura de cobrar su fallida gestión junto a su política de represión.
Hoy, a través de los medios de información, observamos en Francia las masivas manifestaciones de los “chalecos amarillos”, un colectivo que protesta contra la política fiscal y social de Emmanuel Macron. La importancia de este grupo de personas radica en que están apartados de movimientos políticos tradicionales y sindicatos que son los que, por lo general, convocan estas protestas; estos son jóvenes franceses que en ciertos casos son profesionales que no han tenido la oportunidad de ejercer sus carreras por la falta de políticas de apoyo. Al parecer estas marchas y descontento se tomarán a toda Europa en los próximos años. Además, protestan por circunstancias parecidas a las de muchos países latinoamericanos; como son masivos impuestos, desempleo, favorecimiento a las grandes empresas a costa del sacrificio del pueblo, etc.
La incertidumbre se apodera de la calma mundial. Todos estos acontecimientos, como en otros tiempos, nos hacen argumentar sobre el devenir de un “segundo” nuevo orden mundial en el transcurrir del presente siglo. El primer orden mundial del siglo se dio en el 2001, con la caída de las torres gemelas a causa del atentado terrorista, consecuencia de su propia estrategia terrorista para desestabilizar e invadir los territorios de su interés. E inmediatamente se acomodaron las estrategias del Pentágono y las políticas de Estado en procura del ataque frontal al terrorismo y todos los países del mundo, sobre todo los de occidente y sus aliados tendrían que alinearse a los intereses de los Estados Unidos.
Observando estos grandes movimientos sociales en el mundo es apenas normal comprender que algo positivo o negativo ocurrirá en el ambiente político mundial; o, tal  vez son los mismos acontecimientos que han venido ocurriendo a lo largo de la historia de la humanidad, pero con características y formas diferentes. Esperemos que sea para bien de ese pueblo que sufre y lucha con las mañas oscuras de los que propenden para bien del poder que oprime hasta ahogarnos, o la llegada de la nueva revolución de los pueblos.

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