Por: © Luis Alcides Aguilar P.
“En Colombia, los días 8 y 9 de Junio
se conmemora el día del estudiante caído, día del estudiante revolucionario o
día del estudiante.
La efemérides conmemora el asesinato de varios estudiantes de
la Universidad Nacional quienes en su momento alzaron su voz de protesta en
contra de hechos de corrupción de los gobiernos de turno y en exigencia de
garantías y libertades para la educación superior en Colombia.
Son principalmente dos sucesos que deben mencionarse para
entender el día del estudiante en Colombia.
El primero de ellos se remonta al año de 1929 cuando los
estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia deciden manifestarse en
contra del gobierno conservador de la época al que se le exigía destituir
funcionarios y responsables militares de la masacre de las bananeras. En la
noche de aquel 7 de Junio, la policía, da muerte a Gonzalo Bravo Pérez [cita
requerida] (algunos lo refieren como Páez) y causan dos heridos. El 8 de junio
los estudiantes junto con la comunidad capitalina repudian el hecho con una
gigantesca marcha. El 8 de junio de 1954 en plena dictadura de Gustavo Rojas
Pinilla, se conmemoraron 25 años de los sucesos ocurridos en 1929, donde
participaron estudiantes de diversas universidades. En la tarde de ese mismo
día, en territorios de la Universidad Nacional, fue asesinado por la policía el
estudiante de medicina Uriel Gutiérrez. El hecho conmovió profundamente a la
comunidad estudiantil de la época y por tal motivo los estudiantes deciden
realizar una marcha hacia el palacio de gobierno al día siguiente, el 9 de
junio. Dicha manifestación fue interrumpida por el batallón Colombia que
regresaba de la guerra de Corea. En hechos nunca totalmente esclarecidos por la
justicia colombiana, el ejército abrió fuego contra la manifestación produciendo
más de una decena de muertos. Septiembre de 2002”.1.
En estos tiempos de crisis de desasosiego, en donde es
necesario pensar en solucionar la crisis alimentaria que se a próxima, la
manera de buscar alternativas en
generación de energías diferente a la atómica, de equilibrio ambiental, de
fundamentar más riqueza espiritual, y
otras necesidades del ser humano, factibles para de una vez por todas hacer de
nuestro mundo el ideal de Dios. En estos tiempos, requerimos de nuestros
estudiantes, para que sean ellos generadores de nuevas concepciones que colmen
las expectativas que el mundo aún no ha podido dilucidar, nuestros jóvenes
deben estar prestos a suplir los espacios que van dejando los grandes
científicos, aquellos cuyas vidas no le alcanzó para logra su propósito de
consolidar un mejor vivir. Es momento pues, de mirar con honestidad y seriedad
los retos que nos depara el diario devenir, las chiquilladas deberán ir
acompañadas de la necesidad de crecer pensando en una mejor manera de vida,
vida segura; carente de guerras, epidemias.
Hoy notamos un mundo cuyas gentes estamos preocupados, es el
resultado de intenciones malignas, e intenciones generosas, pero la maldad no
debe prevalecer ante un amplio sentido de bondad. Hemos usado mal nuestros
recursos naturales, se ha retado tanto a la naturaleza que ella nos está
dejando entender que se requiere de otra manera de uso, un uso más controlado y
equiparado. Los grandes líderes mundiales, cuyos países son los que más
contaminan, subestiman las sugerencias y no hacen las correcciones, las que
lógicamente son a largo plazo.
La ruta del estudiante actual
tiene que implementarse con ayuda de una brújula que lo oriente a puerto
seguro, entre ellas están sus padres, y docentes; un trio que fortalezca las
buenos resultados y evitar las falencias, para lograrlo, necesitamos de
jóvenes, comprometidos con el cambio. “Los estudiantes universitarios de
Colombia debemos asumir la responsabilidad social, cultural y moral que implica
tener la oportunidad de educarse. Esta virtud está determinada por el rol presente
y futuro de los más educados con la sociedad. Los cambios sociales que se
necesita en nuestro país deberían ser impulsados por nosotros, las nuevas
generaciones de jóvenes, dispuestos como nadie a derrumbar ese muro de Berlín
que separa a un más la brecha que hay en nuestra sociedad. “Ser joven y no ser
revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Si entendemos que la
revolución no es sinónimo de lucha armada, sino que es el cambio o la
transformación total y profunda del pasado o presente inmediato, por un mejor
futuro. Esto nos implica que tenemos que asumir esa postura, con las verdaderas
armas de la revolución, con los verdaderos escudos, que hoy en día se nos ha
dado, que son las del conocimiento y la capacidad de analizar el entorno social
en que nos desenvolvemos. Es por esto, que mientras mejor asumimos este
desafío, mientras más profundo sea nuestro estudio, de mejor calidad serán el
futuro que nos espera”2.
1. (Wikipedia-La Enciclopedia
Libre). 2. (Jaime Arteaga Portilla)
Buenas Tareas. (Internet).
Tomado del Libro: Sueños de Libertad - Poemas, Cuentos y Diez Reflexiones; de Luis A. Aguilar P.
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