jueves, 7 de junio de 2012

EN EL DÍA DEL ESTUDIANTE



Por:  © Luis Alcides Aguilar P.
En Colombia, los días 8 y 9 de Junio se conmemora el día del estudiante caído, día del estudiante revolucionario o día del estudiante.
La efemérides conmemora el asesinato de varios estudiantes de la Universidad Nacional quienes en su momento alzaron su voz de protesta en contra de hechos de corrupción de los gobiernos de turno y en exigencia de garantías y libertades para la educación superior en Colombia.
Son principalmente dos sucesos que deben mencionarse para entender el día del estudiante en Colombia.
El primero de ellos se remonta al año de 1929 cuando los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia deciden manifestarse en contra del gobierno conservador de la época al que se le exigía destituir funcionarios y responsables militares de la masacre de las bananeras. En la noche de aquel 7 de Junio, la policía, da muerte a Gonzalo Bravo Pérez [cita requerida] (algunos lo refieren como Páez) y causan dos heridos. El 8 de junio los estudiantes junto con la comunidad capitalina repudian el hecho con una gigantesca marcha. El 8 de junio de 1954 en plena dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, se conmemoraron 25 años de los sucesos ocurridos en 1929, donde participaron estudiantes de diversas universidades. En la tarde de ese mismo día, en territorios de la Universidad Nacional, fue asesinado por la policía el estudiante de medicina Uriel Gutiérrez. El hecho conmovió profundamente a la comunidad estudiantil de la época y por tal motivo los estudiantes deciden realizar una marcha hacia el palacio de gobierno al día siguiente, el 9 de junio. Dicha manifestación fue interrumpida por el batallón Colombia que regresaba de la guerra de Corea. En hechos nunca totalmente esclarecidos por la justicia colombiana, el ejército abrió fuego contra la manifestación produciendo más de una decena de muertos. Septiembre de 2002.1.
En estos tiempos de crisis de desasosiego, en donde es necesario pensar en solucionar la crisis alimentaria que se a próxima, la manera de buscar  alternativas en generación de energías diferente a la atómica, de equilibrio ambiental, de fundamentar más  riqueza espiritual, y otras necesidades del ser humano, factibles para de una vez por todas hacer de nuestro mundo el ideal de Dios. En estos tiempos, requerimos de nuestros estudiantes, para que sean ellos generadores de nuevas concepciones que colmen las expectativas que el mundo aún no ha podido dilucidar, nuestros jóvenes deben estar prestos a suplir los espacios que van dejando los grandes científicos, aquellos cuyas vidas no le alcanzó para logra su propósito de consolidar un mejor vivir. Es momento pues, de mirar con honestidad y seriedad los retos que nos depara el diario devenir, las chiquilladas deberán ir acompañadas de la necesidad de crecer pensando en una mejor manera de vida, vida segura; carente de guerras, epidemias.
Hoy notamos un mundo cuyas gentes estamos preocupados, es el resultado de intenciones malignas, e intenciones generosas, pero la maldad no debe prevalecer ante un amplio sentido de bondad. Hemos usado mal nuestros recursos naturales, se ha retado tanto a la naturaleza que ella nos está dejando entender que se requiere de otra manera de uso, un uso más controlado y equiparado. Los grandes líderes mundiales, cuyos países son los que más contaminan, subestiman las sugerencias y no hacen las correcciones, las que lógicamente son a largo plazo.
La ruta del estudiante actual  tiene que implementarse con ayuda de una brújula que lo oriente a puerto seguro, entre ellas están sus padres, y docentes; un trio que fortalezca las buenos resultados y evitar las falencias, para lograrlo, necesitamos de jóvenes, comprometidos con el cambio.   Los estudiantes universitarios de Colombia debemos asumir la responsabilidad social, cultural y moral que implica tener la oportunidad de educarse. Esta virtud está determinada por el rol presente y futuro de los más educados con la sociedad. Los cambios sociales que se necesita en nuestro país deberían ser impulsados por nosotros, las nuevas generaciones de jóvenes, dispuestos como nadie a derrumbar ese muro de Berlín que separa a un más la brecha que hay en nuestra sociedad. “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Si entendemos que la revolución no es sinónimo de lucha armada, sino que es el cambio o la transformación total y profunda del pasado o presente inmediato, por un mejor futuro. Esto nos implica que tenemos que asumir esa postura, con las verdaderas armas de la revolución, con los verdaderos escudos, que hoy en día se nos ha dado, que son las del conocimiento y la capacidad de analizar el entorno social en que nos desenvolvemos. Es por esto, que mientras mejor asumimos este desafío, mientras más profundo sea nuestro estudio, de mejor calidad serán el futuro que nos espera2.

1. (Wikipedia-La Enciclopedia Libre).          2. (Jaime Arteaga Portilla)  Buenas Tareas. (Internet).

Tomado del Libro: Sueños de Libertad - Poemas, Cuentos y Diez Reflexiones; de Luis A. Aguilar P.

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