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Por:
Luis Alcides Aguilar Pérez
Septiembre de 2020
@luisaguilarpe
Más que virtual es remota, la crisis en la que nos
encontramos debido a la situación que ya todos conocemos (con el covid-19); nos
ha hecho ver la realidad de muchas cosas.
Una de ellas es que la tan cacareada educación
virtual no está legalizada como tal en nuestro país, sobre todo en las
normativas de la educación básica primaria, secundaria y media.
En Colombia, existe desde hace mucho la educación
abierta y a distancia en algunas universidades. la que de alguna manera ha
implementado una educación virtual. Muchas universidades han invertido en
posmodernas plataformas que permiten un magnifico desarrollo en lo virtual, lo
cual les ha permitido contar con una oferta virtual bastante amplia y, en su
momento, les funcionó a las mil maravillas. En la actualidad, sin embargo, se
han dado cuenta que aún les falta optimizar esa funcionalidad virtual debido a
que Colombia es uno de los países con más dificultades en acceso a
Internet.
Desde el Ministerio de Educación, y desde antes de la
pandemia de la Covid-19, se venía pregonando sobre la educación del siglo XXI,
y hoy nos hemos dado cuenta que desde una visión bastante amplia es una farsa,
por un lado, porque el Estado no ha implementado unas normas claras acordes con
la realidad de desarrollo global en cuanto a conectividad o utilización masiva
de la Internet. Y, por otro lado, porque las orientaciones que se ha querido
brindar a los docentes sobre manejo de elementos tecnológicos unidos a la
educación virtual se ha hecho solo para salir del paso, más no para fundamentar
una realidad de desarrollo en cuanto a la educación de las generaciones
actuales. En ello ha tenido culpa la institucionalidad educativa del país.
Las significativas ventajas que contienen las nuevas
tecnologías, hoy son vistas con temor por algunos docentes, aduciendo que “ya
se está entrado en años y el computador no es para él, sino para los jóvenes”.
Algunos han despertado a tiempo y han tenido que empezar de cero, para poder
unirse a esta exigencia del siglo XXI, exigencia que ya era clara a finales del
siglo XX; pero que solo ha sido percibida en esta primera mitad del siglo XXI.
Aunque algunas personas de pensamiento conservador,
quisieron restarle importancia a la tecnología en la educación y pensaron que,
privando a los educandos del celular mediante medidas absurdas, detendrían la
ansiedad de los jóvenes y de su concentración en clases; pero tan ciego fue su
accionar que no cayeron en cuanta de la necesidad de fortalecer el buen uso de
esa herramienta pedagógica. Se les olvidó que la pedagogía consiste en
adaptar y fortalecer a través de los métodos de enseñanza. Hoy, la crisis
que vivimos les ha hecho entender que perdieron su tiempo en su formación
respecto al dinamismo y acontecer global unido a la educación.
Mientras tanto, nuestros jóvenes devoran toda aquella
herramienta tecnológica que cae en sus manos y, en muchos casos, auxilian a sus
padres o profesores en el manejo de los mismos. Aunque, es cierto, un gran
porcentaje de ellos, persisten en ir por otro camino. Los jóvenes prefieren los
juegos, el ingreso a las redes sociales y muy poco tiempo para su
fortalecimiento cognitivo. Se han especializado en el copiar y pegar,
entendiendo ese aspecto como facilitador de buenos resultados. Solucionar ese
inconveniente es otro reto de la pedagogía, lo cual no es imposible.
Solo por mencionar un aspecto de auto-observación como
ciudadano y docente colombiano, es interesante prestar atención a la ventaja de
los países desarrollados y sus jóvenes, algunos han visto en Internet
el medio para producir y es así como jóvenes y adultos se destacan en
la creación de redes sociales y plataformas de gran utilidad. Es necesario
agilizar y reorientar nuestra educación enfocándola en favorecer el
espíritu creativo del educando, que cada orientación de un docente
signifique ganancia para el joven; la mayoría de nuestros educandos tratan de
comprender la clase del momento, solo para ganar una nota al ser evaluado, ésa
es la idea que como educadores le hemos hecho creer a nuestros jóvenes.
Algunos pensadores dicen que “en las
peores crisis están las mejores oportunidades” Creo que, en medio de la
situación actual, es comprensible que, como humanos, llámese profesional u
artesano; médico, docente, carpintero, zapatero o mecánico, vayamos
reinventándonos y creando soluciones de vida para el desarrollo propio y el de
la humanidad misma.
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