sábado, 6 de julio de 2019

Justiniano Guillermo Pallares de Armas: juglaría y tradición en Chiriguaná


Justiniano Guillermo Pallares de Armas/Foto: archivo. Lic. Yesid Pallares


-A mí no me duele morir,
lo que les digo yo no es mentira
porque yo he sido un hombre feliz,
bastante que he gozado en la vida.

 -Guillermo Pallares-

Por: Luis Alcides Aguilar Pérez
Julio de 2019
@luisaguilarpe

(Chiriguaná, 1932, Chiriguaná, 2001) Nació  el 14 de mayo, padres  Justo Pallares y Teresa de Armas; los cuales murieron cuando contaba con tan solo doce años.

A sus doce años de edad, se empleó como lechero en una  finca en  Chiriguaná, con lo cual podía ayudar a sus tres hermanos menores huérfanos que permanecían a su cargo, ya que su padre murió al mes de muerta su madre.

De acuerdo a la historia en concepto de juglar es “Persona que en la Edad Media iba de pueblo en pueblo divirtiendo a la gente con sus canciones, bailes o juegos a cambio de dinero o dádivas. “ En la posmodernidad fue muy grato encontrarnos con un juglar que gracias a su profesión de chofer deleitaba a las personas que requerían su servicio para trasladarlos  al lugar que  necesitaba ser transportado. Su carro no contaba con el llamado pasa cinta, y no lo necesitaba, porque él, don “guille” hacia uso de su silbar melodioso y muy particular, además de todo, ¿quién se perdería de la última inspiración de su autoría?

Su diario  recorrido por las carreteras del Cesar; San Roque, Curumaní, Santa Isabel, La Loma, San Sebastián. Etc… Era un viaje envuelto en la magia del juglar que recorriendo los pueblos con su canto,  su alegría y su tratar escueto y amigable hacían de él un personaje humilde.

En Chiriguaná era frecuente verlo en parrandas de reconocidos personajes del folclor vallenato, algunos de ellos pernotaban en su casa; entre ellos podemos mencionar a Luis Enrique Martínez; el pollo vallenato, Enrique Díaz, Alejo Durán, Nafer Durán, Marcial Pava. Y era habitual verlo en piquería con el juglar de San Roque Cesar Leonardo Carreño.

En entrevista a uno de sus hijos el licenciado Yesid Pallares, esto nos dice: “Al hablar del viejo guille; se vienen a la mente sus canciones, con las cuales parrandeaba, alegraba a sus  pasajeros y dándole una pisca de humor y alegría a sus viajes; ellas recapitulan lo que sentía y pensaba. Cantaba a las mujeres, musas de muchas de sus canciones, a los amigos, a un fraude electoral, la Chiquinquirá, a la madre de alejo, al maestro Mejía, al mandato caro del presidente Alfonso López Michelsen, a los políticos, malos servicios; a todo lo que le inspiraba le componía una canción, llegando a tener aproximadamente unas treinta, de las cuales le grabaron: El rico millonario; por Emilio Oviedo y Rafael Orozco, Amor de Madre; por Enrique Díaz, El parrandero y mujeriego, Mandato caro, La mujer de los dos esposos; por Alfredo Gutiérrez, La muerte y Mi caballito; por Julio de la Osa, entre otras. Era un hombre de un carácter placible por lo cual agradaba su presencia y compañía. Pese a todo lo defendió hasta el final, el amor por sus hijos, por su pueblo y amigos.

Desde niño compuso canciones, a las diversas circunstancias que la vida le propinaba, es así que le compuso una canción a su hermano mayor, quien al haberse enamorado los abandonó por mucho tiempo, consiguiendo que su hermano después de escuchar esta canción volviese arrepentido.”

En medio de la charla con su hijo se nota un dejo de tristeza y continuando expresa: “Al biografiar su existencia terrena, parece válido comenzar por su muerte -pues solo se conoce a alguien totalmente en su morir-; su obra, es decir, su verdad y pensamiento; detenernos un poco en sus alegrías y pesares por donde todo inicia, por su vida.”

El profesor Yesid relata apartes de los últimos momentos de su padre, momentos trágicos producto del caos y desasosiego en una sociedad. Tomando la continuidad de sus palabras nos dice: “La sorpresa que me llevó, al enterarme del secuestro del viejo guille; era algo enteramente descabellado, absurdo y sin sentido, la muchedumbre en los corrillos de las plazas y del mercado, susurraba sorprendidas el insólito hecho, todos apelaban al principio de ser una confusión, no cabía en la cabeza de nadie, la repentina desaparición del viejo de cantos alegres y sonrisa perpetua.

Las investigaciones realizadas por la autoridad y por algunos amigos cercanos, confirmaban lo que se temía; pero ¿Por qué? O ¿Por quién? O tal vez ¿Para qué? Eran las preguntas que divagaban sueltas y pérdidas en las cabezas de todos; que aun pese a esto no acaecían que esta adversidad solo fuera el comienzo de una larga y penosa desgracia.

Estábamos en la casa aquel 29 de marzo, cuando de manera inesperada y sin ninguna preparación, llegó súbitamente lo temido; “mataron al viejo guille”… es tan difícil describir ese momento, en que las lágrimas y sollozos de desconsuelo y resignación, fuesen el único lenguaje de aquel dolor.”

El maestro Guillermo Pallares “El viejorro” como cariñosamente le llamaban sus hijos, cuando en vez de decirle viejo, apelaban al anterior seudónimo; muere el 28 de marzo del 2001. Dejando un legado cultural muy amplio y de interés para las siguientes generaciones; y quien haciendo uso de su natural ritmo de su silbar alegro el corazón de muchos chiriguaneros con sus cantos y trato.

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