Por: Luis Alcides Aguilar P.
Agosto de 2015
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Una vez un profesor de Ciencias Sociales nos decía que muchos
países tienen ideas de soluciones, a veces muy sencillas de aplicar y otras
veces muy complejas para ponerlas en práctica. Entonces preguntábamos, como
estudiantes, ¿Por qué tenemos que comprarles maíz a otros países si aquí
tenemos una gran producción del mismo?; el profesor nos ilustró sobre los
acuerdos comerciales internacionales y las consecuencias o ventajas. No se hablaba en ese entonces de los TLC
(Tratados de libre comercio) o quizás para el tiempo en mención los acuerdos
comerciales no tenían las connotaciones que hoy tienen los tratados
comerciales.
Una ventaja de los países líderes en comprar materias prima
es que pareciera que tuviesen una bola de cristal mediante la cual se
vislumbran los cambios a futuro en favor de sus países, es así, que se
encuentran adelantados muchos años a los posibles sucesos económicos, sociales
y políticos que se generarían en los años venideros. Esta constante política
propia de los más fuertes también se analiza en los proyectistas o asesores de
nuestros gobiernos, me refiero a los países de economía extractiva, como el
nuestro; Colombia. Solo que las políticas económicas impuestas por los grandes
agentes internacionales (Gobiernos poderosos y Organizaciones económicas
mundiales) encausan los intereses a favor de sus políticas y en procura de
continuar con el rol de imposición y manejo de sus brillantes ideas para bien
de los más fuertes, sin desconocer, además que también piensan en el bienestar de los más pobres.
Hoy con la inminente alza del dólar, nuestro ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri quiere sustituir
importaciones, empezando por el maíz. Todo como en un cuento de hadas, el
ministro vislumbra muy tarde, y cree que es muy fácil solucionar la importación de los tres millones de toneladas de maíz de los cerca de 4,5 millones de
toneladas que consume el país. Entonces aflora en el gobierno lo que ha debido
implementarse como acción de desarrollo sostenible desde un principio, y es “el
reto de dejar de importar”, según informe del Diario el Espectador. Reto que se
iniciaría con el cultivo del maíz. Con todo este accionar es factible decir que
nuestros gobernantes se les nubló la mente y pensaron que lo
que sucede con el dólar no se originaría jamás. Por ello seguiremos jodidos y
siendo un país en vía de desarrollo paquidérmico.
No es un pecado pensar
que las soluciones a estos cambios en la
economía mundial, aquí en Colombia se traten de solucionar con ideas tan superficiales,
cuando ya desde la perspectiva de sostenibilidad debería estar implementándose
sin la ligereza ocasionada por el alza del dólar; con esta actitud Colombia
deja muy en claro que aún no está proyectando a futuro la problemática de la
seguridad alimentaria, esta es la evidencia más notoria de que nuestro país
parece un pueblo salido de una película de dibujos animados en donde sus
dirigentes todo lo hacen posible gracias a la magia. También es de pensar que
al momento de poner en práctica el plan para amortiguar las desavenencias por
las importaciones y el alza del dólar, saldrá a relucir que no existen los
recursos necesarios ya que el bajo precio de los hidrocarburos no ha originado
las suficientes divisas para el
desarrollo del país. Este proyecto involucrará reformas, adecuación de
tierras para la producción, compromisos de los industriales, en fin un maratón
de planes de trabajo que se ahorrarían si de verdad se estaría pensando día y
noche en una Colombia con estrategias bien definidas para abrazar el desarrollo
del mundo contemporáneo, sin ideas que nos hacen pensar que estamos gobernados
por dirigentes de mentiras.
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