miércoles, 26 de agosto de 2015

Una Colombia frágil



Por: Luis Alcides Aguilar P.
Agosto de 2015
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Una vez un profesor de Ciencias Sociales nos decía que muchos países tienen ideas de soluciones, a veces muy sencillas de aplicar y otras veces muy complejas para ponerlas en práctica. Entonces preguntábamos, como estudiantes, ¿Por qué tenemos que comprarles maíz a otros países si aquí tenemos una gran producción del mismo?; el profesor nos ilustró sobre los acuerdos comerciales internacionales y las consecuencias o ventajas.  No se hablaba en ese entonces de los TLC (Tratados de libre comercio) o quizás para el tiempo en mención los acuerdos comerciales no tenían las connotaciones que hoy tienen los tratados comerciales.

Una ventaja de los países líderes en comprar materias prima es que pareciera que tuviesen una bola de cristal mediante la cual se vislumbran los cambios a futuro en favor de sus países, es así, que se encuentran adelantados muchos años a los posibles sucesos económicos, sociales y políticos que se generarían en los años venideros. Esta constante política propia de los más fuertes también se analiza en los proyectistas o asesores de nuestros gobiernos, me refiero a los países de economía extractiva, como el nuestro; Colombia. Solo que las políticas económicas impuestas por los grandes agentes internacionales (Gobiernos poderosos y Organizaciones económicas mundiales) encausan los intereses a favor de sus políticas y en procura de continuar con el rol de imposición y manejo de sus brillantes ideas para bien de los más fuertes, sin desconocer, además que también piensan en el bienestar de los más pobres.

Hoy con la inminente alza del dólar, nuestro ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri quiere sustituir importaciones, empezando por el maíz. Todo como en un cuento de hadas, el ministro vislumbra muy tarde, y cree que es muy fácil solucionar  la importación de los tres millones de toneladas de maíz de los cerca de 4,5 millones de toneladas que consume el país. Entonces aflora en el gobierno lo que ha debido implementarse como acción de desarrollo sostenible desde un principio, y es “el reto de dejar de importar”, según informe del Diario el Espectador. Reto que se iniciaría con el cultivo del maíz. Con todo este accionar es factible decir que nuestros gobernantes se les nubló la mente y pensaron que lo que sucede con el dólar no se originaría jamás. Por ello seguiremos jodidos y siendo un país en vía de desarrollo paquidérmico.


No es un pecado pensar que  las soluciones a estos cambios en la economía mundial, aquí en Colombia se traten de solucionar con ideas tan superficiales, cuando ya desde la perspectiva de sostenibilidad debería estar implementándose sin la ligereza ocasionada por el alza del dólar; con esta actitud Colombia deja muy en claro que aún no está proyectando a futuro la problemática de la seguridad alimentaria, esta es la evidencia más notoria de que nuestro país parece un pueblo salido de una película de dibujos animados en donde sus dirigentes todo lo hacen posible gracias a la magia. También es de pensar que al momento de poner en práctica el plan para amortiguar las desavenencias por las importaciones y el alza del dólar, saldrá a relucir que no existen los recursos necesarios ya que el bajo precio de los hidrocarburos no ha originado las suficientes divisas para el  desarrollo del país. Este proyecto involucrará reformas, adecuación de tierras para la producción, compromisos de los industriales, en fin un maratón de planes de trabajo que se ahorrarían si de verdad se estaría pensando día y noche en una Colombia con estrategias bien definidas para abrazar el desarrollo del mundo contemporáneo, sin ideas que nos hacen pensar que estamos gobernados por dirigentes de mentiras.

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