lunes, 25 de marzo de 2013

La humildad e importancia de la mujer campesina



Por: Luis Alcides Aguilar P.

Según Magdala Velázques Toro, “La situación, económica y política de la mujer en Colombia ha estado marcada por múltiples factores estrechamente vinculados a su condición sexual. La opresión y discriminación de la mujer es un hecho histórico que traspasa  todas las clases sociales”1.

Los censos de 1938, 1951, 1961, y 1974 incluyeron dentro de la población económicamente inactiva al ama de casa (aún hoy en pleno siglo XXI así lo consideran). Olvidando abrupta mente el gran aporte de la mujer en la casa o el hogar. Así como ha ocurrido estos olvidos históricos, también se ha menos preciado el trabajo de la mujer campesina, estas que han sido el soporte vital de sus maridos, que a más de ayudarles en la crianza de los hijos deben recurrir a la atención de la huerta, labores agrícolas y mantenimiento de animales domésticos. La mujer del campo es quizás, sin ofender, la más sufrida que por las consecuencias de las guerras intestinas generadas en nuestro país le ha tocado en muchos casos ser madre, padre y hermana de sus hijos, de vecinos y huérfanos.

La mujer campesina es la que siempre ha estado presente en el devenir ciego de una sociedad que castiga la ignorancia intelectual de ciertas mujeres del campo; pero no tiene en cuenta su incalculable conocimiento en la prosperidad agraria de un Estado que aparenta olvidar la importancia de sobre vivencia que nos guarda el campo. El mismo que dentro de sus entrañas tiene un complemento primordial como lo es, esa mujer de manos curtidas encallecidas por el arduo trabajo, legado como signo de pujanza de nuestros antepasado aborigen matriarcal y negro.

La mujer campesina es el pasado, el presente y el futuro, porque el producto del campo es parte fundamental en la seguridad Nacional de un país.

1.      Quórum, mujeres al día, pag 24.



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