Abril de 2017
Mientras tanto la rancia oligarquía seguirá intentando imponer sus normas con la complicidad de muchos oprimidos, que aún no han comprendido que las estrategias de guerra en las calles; pelear en favor o en contra de los que tienen y pretenden el poder, dejará nefastos resultados; más abundantes del lado del pueblo que del lado de los que siempre han pretendido el poder para continuar con el bastón de mando.
@luisaguilarpe
Las
consecuencias, de los continuos desmanes por parte de las oligarquías, origina
la sed de poder de los que siempre han estado oprimido. Pero el paso del tiempo
pretende demostrar que este mundo no es real y justo sin el aporte del
capitalismo; entonces debemos entender las razones de una verdadera justicia
social, la cual es posible en cabeza de demócratas leales al sueño de un pueblo
que exige justicia social.
Mientras tanto la rancia oligarquía seguirá intentando imponer sus normas con la complicidad de muchos oprimidos, que aún no han comprendido que las estrategias de guerra en las calles; pelear en favor o en contra de los que tienen y pretenden el poder, dejará nefastos resultados; más abundantes del lado del pueblo que del lado de los que siempre han pretendido el poder para continuar con el bastón de mando.
Quizás
un grave error en la historia política de Colombia, a más de que ocurrió en la
Colombia naciente del siglo XIX y a finales del siglo XX, fue haber cambiado
casi que íntegramente la Constitución Política de 1886; en el concepto de un
ciudadano común y corriente, posiblemente fue un error descuadernarla toda y no
realizarle solo los cambios necesarios y actualizarla respecto a las
necesidades reales de un país pujante con sueños; pero malogrado por el
maquiavélico pensamiento de “políticos” egoístas y generadores de conflictos.
Ella en la actualidad ha permitido ser
permeada y reformada al interés del gobernante de turno.
El
cúmulo de colombianos de bien observan con dolor y razonamiento lógico el afán
de los oligarcas por su carrera en busca de un nuevo posicionamiento en el
poder y continuar alimentado su ego y poder. A ultranza, persisten vendiéndole
al pueblo el ideal de lo que ocurriría si llega a quedar bajo un gobierno
comunista; mismo que sería producto de las consecuencias por sus desmedidas y
desastrosas administraciones del poder.
Para
tratar de evitar el próximo descalabro institucional de una Colombia que aún se
puede salvar de caer en las garras de la nueva élite de poder, bajo el mando de
personajes con ideales que atentan contra la libertad política, social y
cultural, es necesario un nuevo argumento, en el que prime la razón natural de
la verdadera política. Es entonces cuando surge el urgente afán de cambiar la
retórica por una que llegue a la gente, sin los vicios propios del político de
antaño que repite como loro el discurso continúo de la vieja clase política
colombiana.
Con el tiempo aparecen los
“redentores” algunos con ideales de justicia y otros con el objetivo de
perpetuarse en el poder, le da prioridad al pueblo, estudio gratuito, salud
integral, mejoras de vivienda; es decir, una vida justa y acorde con las
riquezas de una Nación, riqueza que en otros tiempos se repartía la oligarquía.
El pueblo se enceguece y ve dioses de carne y hueso, diariamente dan vítores al
cambio. Algunos de estos “líderes” después pretenden atornillarse en el poder;
y es cuando comienza a cobrar lo que parecía justicia social, dejándonos un
sabor agridulce al comprobar que su accionar no era gratis. Hasta el momento
uno de esos líderes en América Latina que referenció un cambio justo fue Lula
da Silva en Brasil y Nelson Mandela en
Sur África; se entregó a su pueblo, sufrió por su pueblo y ahora ese legado
quedó en manos de los ciudadanos sur africanos ¡allá ellos si lo quebrantan y lo conviertes
en una porquería..! En estos países la dialéctica o retórica de cambio
funcionó; mientras tanto en Colombia se ve lejos un espíritu de cambio que nos
permita sacudirnos de los mismos de siempre y en eso ha tenido que ver las
políticas sociales implementadas por la oligarquía mediante la cual le hace
creer a la gran mayoría, es decir, el pueblo, pueblo, que lo que por derechos
le permitió, son dádivas de un gobierno para continuar viviendo mejor y si no
continúan con las directrices de su redentor, entonces perderán lo que lograron
alcanzar.
Si la sociedad sufrida de
Colombia, no sienta cabeza y continúa creyendo en los ideales de la clase
política tradicional, entonces es mejor que continúe dejando espacio para la
retórica de la confusión, o aprovechar la coyuntura de una dialéctica atrofiada
en la que prime la verdad y la comprensión, que los agentes del cambio somos
esa sociedad que sueña con una Colombia de todos, sin los preceptos de
sometimiento y atraso social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario